La historiografía sobre el cine español de la década de 1990 oscila entre estudios más o menos celebratorios sobre la nueva generación de cineastas que obtuvo acceso a la industria (Heredero, 1997), hasta análisis menos laudatorios sobre las películas que esa misma generación realizó (Quintana, 2005, Monterde, 2006). No obstante, académicos e historiadores parecen coincidir en que la década de 1990 supuso una revolución para el cine español tanto en su vertiente industrial como formal (visual y temática), aludiendo a la diversidad, popularidad y éxito de taquilla y de público de películas como Salsa Rosa (Manuel Gómez Pereira, 1991), Belle époque (Fernando Trueba, 1992), Todos a la cárcel (Luis García Berlanga, 1993), Todo es mentira (Álvaro Fernández Armero, 1994), El día de la bestia (Álex de la Iglesia, 1995) , Tesis (Alejandro Amenábar, 1996), Secretos del corazón (Montxo Armendáriz, 1997), Airbag (Juanma Bajo Ulloa, 1997), Barrio (Fernando León de Aranoa, 1998), Torrente, el brazo tonto de la ley (Santiago Segura, 1998) o Manolito Gafotas (Miguel Albadalejo, 1999), entre otras.